«Si yo he vivido de la solidaridad de la gente, ¿qué puedo hacer yo por los demás?»
Antonio Henares y sus compañeros llevan recursos por todo el mundo subidos en sus bicicletas

Esther Gabaldón
Países del primer mundo y países del segundo mundo. Así han querido denominar las sociedades actuales a aquellos países que cuentan con menos recursos que los ‘primer mundistas’ o como les gustan que les llamen. Mientras 795 millones de personas pasan hambre, según el último informe de la ONU sobre el hambre en el mundo, el resto los vemos atónitos desde la televisión de nuestro comedor a la hora de la comida.
Pero no todo el mundo es así. Antonio Henares, junto a su asociación Biciaventura se encarga de transportar alimentos y otros recursos a dos de los grupos más marginales de países en vías de desarrollo: los niños y las mujeres. Nepal, Etiopia, Ruanda o Tailandia son solo alguno de los países que Antonio Henares y todos sus compañeros han recorrido con sus bicicletas para llevar acabo estas acciones solidarias. Ellos mismos se definen en su página web como los “quijotes del siglo XXI” ya que su única motivación es la de ayudar a los demás.
¿En qué consisten estos viajes solidarios?
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Los viajes de Biciaventuras consisten siempre en focalizar y llevar a los más necesitados recursos del primer mundo.
¿Cómo surgió la idea de comenzar estos viajes?
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La idea parte de un viaje en bici donde yo quería ir desde Toledo a Roma. Yo trabajo dentro de una multinacional y quería ver si era capaz de hacer esta ruta sin necesitar dinero. Cogí mi bicicleta, me puse mis alforjas, y realicé mi viaje gracias a la solidaridad de la gente. De ahí nace un poco la idea. Si yo he vivido de la solidaridad de la gente, ¿qué puedo hacer yo por los demás? De las palabras pasé a los hechos. Así que empecé los viajes solidarios, con los que hemos podido hacer cosas como un hospital de mujeres quemadas o una leprosería de niños en Benarés.
Los sectores en los que os centráis principalmente en vuestros viajes son el de la infancia y el de la mujer ¿no?
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Únicamente. El concepto que hay de la mujer y de la igualdad en Europa es algo imprescindible en este mundo. Somos todos iguales, pero hay países donde eso todavía no existe. Intentamos paliar el maltrato que se le hacen a estos dos sectores en estos países. Ese es nuestro principal objetivo.
¿Cómo elegís los países que vais a visitar?
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Le pedimos a misioneros de distintos países proyectos. Son las personas en las que más puedes confiar. Son capaces de transformarte un céntimo en un euro. Una vez tenemos estos proyectos elegimos aquel que realmente podamos financiar y que tengamos los medios necesarios para llevarlo a cabo.
¿Qué recursos económicos utilizas para financiar estos viajes?
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Todos los recursos vienen de la empresa privada. Nosotros les vendemos impactos en medios y a cambio nos dan el dinero que nosotros llevamos a los distintos países. El dinero no pasa por nuestras manos. Siempre hay un tercero que lleva el dinero directamente al proyecto que elegimos, así nadie puede pensar que especulamos.
¿Es fácil que la gente se anime a participar en estos proyectos?
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Sí, ahora somos 15 los que vamos en cada viaje. Hay mucha más gente que nos escribe y que quiere venir para poder colaborar. El problema es que no tenemos los medios suficientes como para movilizar a más de 15 personas.
¿Sois bien acogidos una vez llegáis a los distintos países?
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Sí, nunca hemos tenido problemas con ellos. La gente cuanto menos tiene, más te da y más solidaria es.
¿Nunca te ha sucedido algo que te haya hecho replantearte si lo que estás haciendo realmente te vale la pena?
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Sí, claro que sí. Ha habido países donde nos ha cogido la guerrilla y hemos llegado a estar secuestrados más de un día. Pero yo no me quedo con eso. Solo cojo los buenos recuerdos. Como es la risa de los niños al repartirles bicicletas para que puedan ir al colegio, o el abrazo que te da alguien al que le acabas de facilitar un pozo. Me quedo con eso.
