Alumnos caló
Solo el 35 % de los jóvenes gitanos obtiene el graduado escolar
Alba Pérez
La población gitana es considerada un colectivo en riesgo de exclusión social, pues sufre un aislamiento geográfico, social y físico generalizado. Estas características están directamente relacionadas con el elevado índice de absentismo y abandono escolar. Actualmente, pese a que el nivel educativo de la comunidad gitana ha mejorado en la última década de forma progresiva, el pueblo gitano está, en términos generales, menos formado que el conjunto de la población.
La concienciación por parte de las entidades públicas del sesgo socioeconómico, cultural y educativo existente respecto a la comunidad gitana condujo a que, en el año 2004, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales iniciase la creación del Consejo Estatal del Pueblo Gitano. No obstante, no fue hasta el año 2012 cuando el Gobierno publicó el Informe de la Sociedad Civil sobre la implementación de la Estrategia Nacional para la Inclusión Social de la Población Gitana y el Plan de Acción de la Década para la Inclusión de los Gitanos en España.
Desde esta perspectiva, la educación se presenta como una herramienta indispensable para el desarrollo de las personas. Promueve conocimientos, enriquece la cultura, fomenta valores y fortalece las relaciones interpersonales, tal y como defiende la pedagoga Jéssica Martínez en su proyecto de investigación Educación y Mujeres Gitanas coordinado por la Universidad de Valencia. Desde hace algunos años, la incorporación de la población gitana a la escuela es resultado de la convergencia de distintas organizaciones gubernamentales, como de los profesionales de la educación, los centros formativos y las familias gitanas. Sin embargo, pese a la mejora de la situación de escolarización de los jóvenes gitanos y el avance progresivo que persigue una normalización educativa de los alumnos gitanos, los logros respecto a la asistencia a clase de forma continuada, acceso a la educación post-obligatoria y la finalización de los estudios obligatorios son mínimos. Según el resumen ejecutivo El alumnado gitano en secundaria realizado en 2013 por la Fundación Secretariado Gitano, el 64’4 % de los jóvenes gitanos de 16 a 24 años no ha obtenido el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
Distintas agrupaciones como la Asociación de Mujeres Gitanas Romi o la Federación Andaluza de Mujeres Gitanas hacen hincapié en que el cambio de ciclo formativo de Educación Primaria a Educación Secundaria afecta directamente al resultado académico de los jóvenes gitanos. De hecho, cuando estos alcanzan la edad de 15 años, se observa un descenso en el porcentaje de población gitana escolarizada. Según datos del resumen ejecutivo anteriormente citado, a los 14 años solo el 26’5 % del alumnado gitano está matriculado en el curso que le corresponde por su edad.
La existencia de estereotipos, la etiquetación y la repetición de conductas segregacionistas son algunas de las causas atribuibles a la elevada tasa de fracaso escolar de la población gitana, pero no la única. La encuesta Actitudes hacia la inmigración 2012 realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala que el pueblo gitano es el colectivo más estereotipado en España. Laura Escudero, directora educativa del Programa de Educación de la Fundación Secretariado Gitano, afirma que «la comunidad gitana es muy heterogénea y no es lo que vemos en los medios de comunicación. Señalar un único factor es atacarlo». En ese sentido, es mejor hablar de una multiplicidad de factores. «El fracaso escolar es un fracaso del sistema educativo que se agudiza en el caso de las minorías étnicas», destaca.
De este modo, existen diversos factores que condicionan el abandono educativo, que constituye uno de los problemas más importantes en la educación de la población gitana. Según datos de Indicadores de la Estrategia Europa 2020 realizados por Eurostat en 2013 y la encuesta realizada en el estudio El alumnado gitano en secundaria, a los 17 años el 72’9 % de la población gitana ha abandonado alguna vez la educación. Las responsabilidades familiares, el deseo de buscar un trabajo y el entorno socioeconómico y cultural son factores que inciden de manera significativa en el desarrollo educativo de los jóvenes gitanos. Además, el nivel educativo de los padres y madres y la importancia que estos le otorgan a la educación influye en el proceso educativo de sus hijos. El acceso a determinados servicios, como ayudas escolares o becas de comedor, así como la disponibilidad de recursos son otros de los factores determinantes de la actual situación educativa. Además, el periodo de abundancia previa a la crisis económica de 2008 no contribuyó a asentar la concepción de la importancia que tiene la educación. «La población gitana trabajaba en la venta ambulante, de temporeros o en la recolección de cítricos, como uvas o naranjas, y no se detectaba la necesidad de formarse académicamente. Quien quería, lo hacía. Quien no, no pasaba nada», explica Laura Escudero.
En este contexto en el que confluyen factores adversos como la falta de recursos económicos, de concienciación, de conciliación laboral y familiar y el trato estereotipado que reciben los jóvenes gitanos en los centros, las asociaciones se han convertido en un pilar muy importante. Estas orientan, sirven de apoyo y asesoran a la comunidad gitana. En el caso de los chicos y chicas escolarizados, ofrecen clases de repaso y talleres de ocio y tiempo libre. Actividades que surgen de la propia iniciativa de las agrupaciones, no de la administración pública, pese a que distintas organizaciones gubernamentales de la Comunidad Valenciana se hayan reunido con diversas agrupaciones gitanas y estas les hayan detallado varios programas y planes de desarrollo y fomento educativo.
La perspectiva de género, por otro lado, es un factor determinante. La pedagoga Jéssica Martínez afirma que «existe desigualdad en el acceso a la educación, especialmente en las mujeres gitanas», y añade que «el pueblo gitano tiene un sistema de prioridades distinto al nuestro, en el que el papel de la mujer es ser la encargada de la crianza. Las mujeres gitanas tienen una triple lucha por la etnia, el género y la clase social a la que pertenecen». Este fuerte sesgo de género se traduce en que las chicas gitanas repiten curso más veces que sus compañeros gitanos, siendo su tasa de absentismo escolar más pronunciada que en los chicos, hasta cuatro puntos porcentuales más.
El debate sobre si la educación reglada –tal y como está actualmente concebida– se ajusta a las necesidades de la población gitana, la eliminación de los espacios segregados en los centros educativos y la puesta en marcha por parte de las instituciones públicas de programas de orientación y refuerzo educativo son, como afirman diversas asociaciones gitanas, el gran desafío a lograr para conseguir una normalización educativa del alumnado gitano.

