top of page

Cruz Roja Juventud: el reto de dibujar sonrisas

Anaïs Ordóñez

                                                                                         Suena el despertador. Son las 8 de la                                                                                                           mañana y Laura ha de levantarse. Como                                                                                                     cada día, desayuna algo rápido y sale con                                                                                                   prisas de casa. Coge el coche y se dirige hacia el                                                                                       instituto, en el que estudia un módulo superior de                                                                                         Educación Infantil. Pasa la mañana entre libros, y al                                                                                   mediodía parte de nuevo a casa. Dedica unas horas                                                                                   a sus trabajos de clase y, por la tarde, se pone un                                                                                       chándal para entrenar a sus pequeños, sus                                                                                                 jugadores de fútbol. Al finalizar el entrenamiento                                                                                         Laura ya puede volver a casa, no sin antes pasar                                                                                       por Cruz Roja.

                                                                                Lo que parece un día cualquiera en la vida de un                                                                                         adolescente que compagina sus estudios y hobbys                                                                                   se vuelve todo un reto para Laura Fernández, quien                                                                                   ha de sacar horas de sus ajetreados días para                                                                                           visitar el centro en el que lleva colaborando desde                                                                                       hace más de siete años. Fue a los quince cuando tomó conciencia de la importancia de prestar ayuda a aquellos más necesitados.

«Decidí hacerme voluntaria porque siempre me ha gustado prestar atención al resto. Tenía unos amigos que participaban en este tipo de proyectos y fueron ellos quienes me animaron a unirme a ellos», asegura Laura. Convencida de que aportando su granito de arena podría hacer más feliz a alguien decidió aventurarse en el proyecto Cruz Roja Juventud (CRJ).

 

Cruz Roja Juventud, un proyecto lleno de ilusiones

 

Se trata de la sección juvenil de Cruz Roja España, formada por niños, niñas y jóvenes de edades comprendidas entre los 8 y los 30 años; cada día, a través de su acción voluntaria, persiguen el reto de conseguir un mundo mejor. Su acción está orientada a la transformación y, para ello, se rigen por los Principios Fundamentales del Movimiento Internacional de la Cruz Roja: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, carácter voluntario, unidad y universalidad.

 

Cambiar el entorno que nos rodea y crear una sociedad más justa y respetuosa son algunas de sus máximas. Su trabajo se basa, principalmente, en la transmisión y educación en valores, en la adquisición de hábitos saludables, así como en un proceso de integración plena de las personas.

 

Los problemas por no poder llegar a fin de mes, familias que no pueden hacer frente a sus deudas, casos de violencia de género, epidemias o escasez de recursos básicos en países tercermundistas, discriminación entre colectivos; en definitiva, desigualdades a cada paso que damos. Son muchas las problemáticas que golpean a nuestra sociedad a día de hoy. En cambio, tan solo unas pocas, consiguen ser visibles y recibir la ayuda que merecen.

Frente a ello, desde Cruz Roja Juventud tratan de lidiar con estas problemáticas trabajando en distintos ámbitos. Algunos de ellos son la intervención social con aquellas personas que se encuentran en situación de riesgo o dificultad social, temas de perspectiva de género y educación en salud, medio ambiente y sostenibilidad. Dado que su objetivo principal es concienciar a la ciudadanía sobre este tipo de cuestiones, no solo desarrollan campañas a nivel interno en su sede, sino que las acciones también se llevan a las calles, centros e institutos en los que es más fácil contactar con la juventud, ya que, tal y como explican los voluntarios, «son los primeros a los que se debe concienciar».

Actualmente están inmersos en el proyecto PEE (Promoción para el Éxito Escolar), en el que colaboran cada año en el inicio del nuevo curso. La campaña se basa en dar clases de apoyo escolar a niños y niñas, de edades comprendidas entre los 6 y los 12 años, que se encuentran en riesgo de exclusión social. Así, voluntarios como Laura se encargan cada día de darles la merienda, apoyarles y ayudarles en sus deberes. «En verano, y en ocasiones especiales, les llevamos de excursión al Bioparc, granjas, playas, etc, y la verdad que te lo agradecen no sabes cuanto», detalla Laura. Asimismo, su objetivo más próximo se centra en el 25N, día internacional contra la violencia de género, para el que ya están preparando talleres y charlas en varios institutos y asociaciones de la comarca.

Concretamente, Laura Fernández colabora en el centro de Cruz Roja Juventud Sagunto, en el que a penas participan 15 jóvenes más. Todos ellos son distintos entre sí, pero hay algo que les une; el compromiso y la ilusión son, sin duda, algo que caracteriza a la juventud de esta asociación. «A pesar de que cada uno lleva su vida tenemos muchas cosas en común, entre ellas la responsabilidad. Somos gente joven que tiene ganas de pasarlo bien, pero lo primero es lo primero, y somos capaces de no salir un fin de semana, sacrificar nuestro tiempo de ocio, por prepararnos las campañas o charlas que tenemos que impartir», confiesa la voluntaria.

 

 

 

 

 

 

 

 

Jóvenes voluntarios, el futuro de Cruz Roja

 

El caso de Laura no es el único. A pesar de que la implicación es escasa, es de destacar la labor de otros jóvenes que también luchan por combatir las crecientes desigualdades del mundo. Sara Martínez es una joven de 25 años voluntaria de Cruz Roja España en la Delegación Comarcal del Camp de Morvedre desde hace tres años. Fue su experiencia como voluntaria en el País Vasco, colaborando con personas mayores, lo que le llevó a unirse a la asociación. «Siempre he querido invertir mi tiempo en hacer que el tiempo de otros sea un poquito mejor», afirma Sara.

La joven, al igual que Laura, colabora en cada una de las campañas que Cruz Roja Juventud organiza con el fin de aportar su granito de arena. Y es precisamente la implicación de estos jóvenes lo que mueve al organismo. «Todas las actividades se hacen gracias al voluntariado. Si no hay voluntarios, no hay actividad. Sin actividad, no hay ayuda para las familias que la necesitan», puntualiza Sara.

El factor humano es, por tanto, la pieza clave que compone este puzzle llamado Cruz Roja Juventud. Es fundamental que la sociedad sea consciente de las realidades desde bien joven y recuerde que, sin su ayuda, muchos no podrán salir adelante. Sin embargo, la ciudadanía parece no implicarse todo lo que debería. Tal y como detallan las voluntarias de la asociación, tan sólo 65 personas de las 60.000 que residen en Sagunto se implican de forma activa en proyectos de este tipo. Asimismo, la cifra, lejos de crecer, se viene manteniendo en los últimos años, lo que preocupa a muchos colectivos como en este caso Cruz Roja.

 

 

 

 

 

 

 

«La gente sabe que hay muchos problemas, los conoce, pero prefiere vivir aislada de ellos, es más cómodo. Me preocupa pensar que, si preguntas el índice de niños que viven bajo el umbral de pobreza en nuestra comarca, la mayoría no sabría qué contestar», alerta Sara Martínez. En esta misma línea, Laura Fernández apunta que «deberíamos implicarnos más, dar mucho de nosotros, pues la recompensa luego es enorme».

El esfuerzo y las horas de trabajo que las voluntarias dedican a la asociación no es nada comparado con lo que reciben a cambio. «A lo largo de estos años he aprendido muchas cosas y he experimentado una de las mejores sensaciones, y es el saber que eres útil para alguien», destaca Sara. Por su parte, Laura confiesa que «hasta que no llegué a Cruz Roja no sabía lo que era un abrazo de verdad. La gente es muy agradecida, y yo lo estoy más a ellos por haberme enseñado a apreciar sonrisas sinceras».

 

Las desigualdades no cesan; los más desfavorecidos continúan siendo invisibles ante los ojos de gran parte de la sociedad; los problemas crecen y afectan a muchos, pero solo unos pocos se implican. Frente a ello, colectivos como Cruz Roja trabajan cada día por la justicia y la igualdad. A cambio reciben una gratificante sonrisa que se dibuja en el rostro de aquellos que, tras reclamar ayuda a gritos, consiguen ser escuchados. Es vital que la sociedad tome conciencia, se sume a la lucha de querer mejorar el mundo y, por qué no, se una al reto de seguir pintando sonrisas. Parece una meta complicada, pero lo cierto es que no imposible.

bottom of page